jueves, 31 de enero de 2013

I CERTAMEN JOVEN LITERARIO 
"CARNAVAL DE ISLA CRISTINA"

La ganadora del I Certamen Joven Literario "Carnaval de Isla Cristina", resultó ser la joven isleña de 18 años, Dña. Bella del Rocío Jiménez Palma, con el relato: 

"Carnaval de Isla Cristina".

Había una vez, no muy lejos de mis saladas costas, unas pequeñas casitas al otro lado de un particular puente.

Allí las personas eran como hermanos, todos se querían; pero no estamos hablando de ellos, sino de otra historia que descubriréis más adelante, la historia de dos niñas muy amigas un día de carnaval.

La gente de aquel barrio tras el puente no era rica que digamos y no podía celebrar esta gran fiesta de Febrero, no se disfrazaba y sólo los niños lo hacían a escondidas de los mayores.

Así que estas dos amigas y algunos niños y niñas más decidieron hacer algo.

Como eran pobres, cogieron los trozos de retales de redes que sus padres marineros habían dejado en la calle y se fabricaron ellos mismos sus propios disfraces, los adornaron con corchos, cuerdas y cualquier cosa que creyeron útiles para su disfraz.

El año siguiente, aquellos niños y niñas del barrio pobre tras el puente confeccionaron sus disfraces con cajas de cartón, bolsas de basura y ropas viejas de sus familiares.

Viendo los mayores aquel ejemplo que le estaban dando los niños y la ilusión que tenían por el carnaval, uno de los padres que era carpintero hizo una carreta de madera, los niños la pintaron y decoraron y fue la primera carroza que hubo en aquel humilde rincón.

Los años fueron pasando y los mayores decidieron acompañar a sus hijos en la alegría de estas fiestas y empezaron también a disfrazarse y ya no era necesario pasar el gran puente para vivir el carnaval.

Hicieron hasta su propio entierro de la sardina. Encendieron un gran fuego al lado de la ría, pincharon en un palo los peces que sus padres le traían de la mar y en una gran parrilla las asaron, porque en este particular entierro, las sardinas eran de verdad y preferían comérselas y enterrar sólo las espinas.

Con el tiempo los jóvenes del barrio empezaron a salir en el desfile de las viudas, fue como un milagro carnavalero que surgió de los niños y contagió a los mayores.

Aquellos fantásticos años pasaron y esos niños hoy son grandes comparsistas y murguistas y han creado sus propias peñas carnavaleras.

La moraleja de este pequeño cuento es, que a mi Isla Cristina querida no le hace falta tantas cosas para hacer su carnaval, que en buenos y malos momentos, en años mejores y peores siempre el pueblo supo hacer el mejor de los carnavales.

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